Así apareció la moneda, como un certificado de peso y pureza expedido por una autoridad pública. El sello cubría toda la superficie del metal y lo rodeaba para que no quedara duda de la cantidad de metal que se incluía en el cuño.
Este significado claro y elegante de lo que significaba moneda, cambió el día que los gobernantes se dieron cuenta que podían diluir la pureza metálica de ésta, intentando hacer valer el sello (lo que decía el facial) más que el propio metal. Separando así el valor intrínseco metálico del legal a través de lo que llamamos señoreaje.
En el pod introductorio de hoy, recupero la historia de alguien que vió este proceso amoral, ilegítimo y excomulgatorio y no se calló, lo denunció, detalló a la perfección sus efectos nocivos y por ello, acabó pagando las consecuencias. Hoy recupero el increíble Tratado y discurso de la moneda de vellón de Juan de Mariana. Increíble porque en él se explica con pasmosa claridad las consecuencias de la emisión descontrolada de moneda, la teoría cuantitativa del dinero, el efecto cantillón y la ley de gresham. Y todo desde 1609. Mucho antes de que se teorizasen formalmente por sendos autores.
Cuenta Mariana que Hermoso, rey de Francia por los años 1300, fue de los primeros en bajar la ley de la moneda en ese reino y por ello, Dante Alghieri, poeta y autor italiano de la época, le bautizó con el apodo de falsificatore di moneta.
Vivimos rodeados de falsificatores y necesitamos ser un poco más como Mariana.
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